
- Blanco.
- Tinto.
- ¡Blanco!
- ¡Tinto!
¿En qué momento nos perdimos? ¿Cuando dejamos de querernos? No es la primera vez que nos pasa en esta semana,... hoy mismo ya van tres las veces que discrepamos uno del otro. ¿Que sucede? …
Parece disgustada, recelosa. Como si algo en su interior le impidiese disfrutar. Despreocupada, no osa mirarme; en lo que llevamos de semana ha sido prácticamente imposible encontrar un momento para los dos. Ambos lo evitamos.Siento que ya no nos une nada, que de golpe dejamos de prestarnos atención. Un día nos reíamos de la vida, nuestras cosas más ridículas parecían ser fascinantes para el otro, los paseos interminables resultaban odiseas… otro ya no. Que fina y débil es la línea que separa el amor del odio, la admiración del desprecio, la alegría de la tristeza.
Sin saber el motivo ni de quién surgió la idea, nos habíamos citado en el centro, en una de las bodeguitas más peculiares y autenticas en las que a menudo solíamos deleitarnos con buenos vinos y embutidos acompañados de charlas interminables y apasionados debates sobre lo cotidiano e irracional. Era nuestra preferida, o así lo habíamos acordado. Un rincón mágico y acogedor situado en el mismo epicentro barcelonés, cerca de la Catedral, que parecía aislarse por completo del resto de locales albergando una decoración y una estructura visual aún permanente desde los años 30; un oasis diminuto (tan solo cabían unas cuatro mesas) que nos refugiaba por un rato de la ajetreada y asfixiante vida exterior, pudiendo así deleitarnos con nuestras palabras, nuestras miradas,… nuestro amor, sin que nadie nos molestara.Rodeados por botellas encerradas en cristaleras de madera antigua y por una legión de jamones y chorizos del más suculento atractivo, nuestras charlas recorrían el mundo; nos llenábamos la boca de ilusiones y fantasías a cumplir, viajes a realizar, objetos que comprar y regalar, proyección y planificación de proyectos tales como pintar un cuadro en común, componer canciones, visitar el extranjero, acomodarnos tal vez algún día en una pequeña ciudad alejada del murmullo social encontrando así una paz más coherente a nuestros propósitos,… etc. Mil cosas de las que ahora prescindiríamos ambos, cosas que se han tornado imposibles y molestas.Tanta es la diferencia que nos confronta que lo que antes era evidente y sincero ahora se vuelve dudoso y falso. La música que antes elogiábamos, que nos unió en un momento determinado, que nos diferenciaba de otras amistades y nos acercó de una forma natural aunque intencionada, resultaba insultante para sus oídos, le ridiculizaba, incluso justificaba su desprecio con alabanzas de madurez y evolución personal.Siempre disfrutábamos confeccionando una lista de los vinos que habíamos probado y los que nos faltaban por probar, remarcando aquellos reservas inalcanzables que algún día nos permitiríamos comprar y darnos el lujo de disfrutar; esos deseados y elegantes “pinot noir”, crianzas, tempranillos, jóvenes, de aquí y de allá, más afrutados o más cítricos, toda una clasificación detallada y ordenada con prioridades personales que sorprendentemente coincidían casi al cien por cien. El estar rodeados por ellos nos facilitaba su estudio e identificación incluso el poder leer en muchas ocasiones las descripciones del dorso de aquellas botellas entre giradas que permanecían en el olvido ya con una leve capa de polvo encantador que las hacía especiales y únicas por su antigüedad. Aprendíamos sus característica, sus aromas, las añadas, las maderas en las que fermentaban, incluso presumíamos de podernos acordar de las temperaturas optimas para sus consumos! Riojas, Albariños, Penedès, Duero, Castillas,…… toda una familia de gustos en común.
Nada de todo eso ocurría ya. Meses habían pasado desde la última vez que estuvimos, ya no parecía natural. Nuestros encuentros ahora resultaban ser una sucesión de actualizaciones y puesta al día de nuestras vidas, esperando que el otro dejase de hablar para iniciar nuestro egoísta y edulcorado discurso, o más bien monólogo, con carentes muestras de atención y ridículas como eludidas opiniones. Tal vez esta cita sea la última, tal vez no. Está claro que algo nos ocurre y a mi parecer todo ha dejado de ser especial. Ya no me ilusiona…… me entristezco solo de pensarlo.
Serán más o menos las siete y diez. Ya llego tarde, como siempre. Espero que no se haya marchado. Tengo mucho que decirle.
Kaxo-.
© Todos los derechos reservados. © All rights reserved.
Opus #12, Dustin O'halloran


No hay comentarios:
Publicar un comentario